viernes, 30 de octubre de 2009

Las casas de tolerancia

El Barrio del Sapo era un territorio de la ciudad que tenía burdeles que eran visitados por los habitantes de esa zona y, aunque no lo querían reconocer, los que vivían en el centro de Mercedes, también los frecuentaban.
Un personaje típico de esos lugares era el cafishio, quien solía vestir con saco negro, camisa blanca, pañuelo de igual color y pantalón a raya. El brillo de sus zapatos charolados, junto con las polainas de paño en invierno y el infaltable sombrero negro de ala baja que tapaba los ojos, sumado al infaltable cuchillo y revólver, daban la sensación de estar frente a alguien de mucho poder.
Ellos eran los encargados de hacer trabajar a las muchachas pero también de cuidarlas cuando algún impertinente las acosaba. Su forma de actuar era apaciguando al provocador en forma cordial pero, si no lo lograban, entonces hacían uso de las armas que portaban en su cintura. Además, se sentían supremos ante el resto de la gente debido a que eran asiduos concurrentes a los prostíbulos donde a través del juego y las mujeres dilapidaban su dinero. A pesar de ello y de vivir en una sociedad aristocrática como la mercedina, no sentían impedimento alguno para concurrir a los comercios del centro, cualquiera fuera el rubro.
Para que las mujeres pudieran trabajar de la prostitución en Mercedes, debían anotarse en la Municipalidad, en una oficina en la que debían registrar su verdadero nombre y apellido y a la que le sumaban una fotografía de cuerpo entero. Por su condición, este trámite lo debían hacer en el único día libre que tenían en la semana y en el cual podían ir al centro de la ciudad.

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