miércoles, 14 de octubre de 2009

El barrio de las epidemias

Siempre se lo tildó de baja categoría social al Barrio del Sapo por parte de la gente pudiente del centro. Esta barriada siempre fue de mucha población, pero las epidemias que sufrió en la segunda mitad del siglo XIX hizo bajar notablemente la cantidad de vecinos en la zona.
Entre 1868 y 1895 la vecindad fue azotada por el cólera, la fiebre amarilla y la viruela. Con respecto a esta última, las personas que habían tenido la suerte de sobrevivir les quedaba la cara marcada con pequeños pocitos y les daba un aspecto especial y el cuerpo de quien la sufría con el tiempo acusaba su paso.
Según el médico pediatra Dr. Ignacio Garcerón, los que tuvieron viruela en esa época quedaban como si hubieran tenido acné necrótico, que deja huellas indelebles en pequeñas zonas de la cara y en todo el cuerpo.
Todo tipo de peste que existió se hizo presente en el Barrio del Sapo. La falta de higiene y de información sobre las enfermedades hacían que el contagio se produzca con más fuerza que en el barrio del centro, por ejemplo. Un ejemplo es el de la vacunación antivariólica, que los residentes de esa zona de la ciudad eran reacios a hacérsela por más que fuera gratuita. Otro de los factores que eran determinantes a la hora de las infecciones eran los brocales de agua potable, cuya profundidad en la mayoría de los casos no sobrepasaba la primera napa, siendo éste el principal vehículo de contaminación.
Las letrinas dejaban mucho que desear. La mayoría estaban mal construidas. Además, el descuido en la manipulación del agua que era arrojada a las zanjas que rodeaban a las viviendas ayudaba mucho a contraer pestes.
Finalmente, la municipalidad en 1895 ante la epidemia del cólera, como primera medida tapó los pozos que no reuniesen las condiciones necesarias de seguridad.

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