domingo, 30 de enero de 2011

La historia de la muerte de José Barrionuevo, condenado a la horca sin miramentos

La historia del fusilamiento de José Barrionuevo es extraída del libro “Del viejo Mercedes”, de Roberto Tamagno, escrito en 1936 y que cuenta interesantes historias del pasado, como la muerte de este santiagueño, querido por los mercedinos.
La lápida de José Barrionuevo indica que su fecha de muerte fue el 30 de enero de 1858. Ese día amaneció apacible, tranquilo. Sin embargo, horas después, en la plaza de la Villa ocurriría un hecho dramático.
A poco de salir el sol llegaba de todos los rumbos al galope de sus caballos el gauchaje de los alrededores. No faltaba nadie para ver el hecho. Hasta desde los Fortines de Areco y Navarro se acercaron a lo que hoy es la Plaza San Martín. Nadie se quería perder de ver la muerte de José Barrionuevo. Todos querían ocupar un lugar de privilegio.
José Barrionuevo permaneció su último día de vida en el pequeño calabozo de la Cárcel de la Villa, ubicado dentro del Fuerte, emplazado donde hoy se encuentra el Palacio Municipal.
La cantidad de gente que llegaba, se agolpaba incrédula ante la noticia. Todos ellos alentaban la esperanza de que Barrionuevo no hubiera de morir, porque todos lo estimaban. Tal vez, el indulto llegase a tiempo, cuyo pedido el propio cura párroco Doctor Eduardo O´Gorman se había encargado de realizar.
Es cierto que mato mal. Que no le dio tiempo ni a moverse a Robledo, cuando en la pulperia de doña Josefa Tiseira, a eso de las oraciones , sin que mediara palabra, le partió el corazón de una puñalada.
Nadie podía olvidar que Barrionuevo era un hombre joven y bueno. Sus patrones se apuraron a comparecer ante el Juzgado a manifestar que, desde su llegada, traído de Santiago del Estero por los azares de la guerra civil, se le había tenido por un hombre trabajador y tranquilo. Ni siquiera era un borracho.
La misma pulpera Josefa, que tenía el negocio cerca del monte de Bermúdez, lo había declarado. Allí pasaba los domingos, pero era poco aficionado a “chupar”. Como mucho tomaba una cuarta y media de vino.
El día que ocurrió el asesinato había tomado de más, es cierto. A su vino de siempre le agregó unos anises, pero con todo alcanzó a hallarse “divertido”, pero no estaba en su razón. La prueba está que en lugar de salir corriendo o esconderse, se fue al rancho de Petrona Cardoso arrastrando el chiripá y se tiró en la cama diciéndole “cerrá la puerta”.
Los vecinos de la Villa hacían varias reflexiones mientras esperaban la hora de la ejecución, que el Gobernador Alsina señaló para las diez de la mañana y que había sido anunciada en carteles.
Quienes tenían relación con el Comisario y con el Alcalde de la Cárcel Don Juan Gache, afirmaban que el preso se mantenía sereno asistido por el Teniente Cura de la Parroquia, Don Luis Copello.
Todos los lugares desde los cuales podía dominarse la plaza principal estaban colmados. Sobre la avenida Santa Rosa, hoy Bartolomé Mitre (Nº 29), en la casa de don Pedro Aranguren, que con la Tienda Torroba eran las únicas de alto con sus balcones y azoteas repletas. Lo mismo ocurrió con el atrio de la Iglesia sobre la calle Buenos Aires, hoy Rivadavia (Nº 24). La casa del doctor Romero, la confitería Galatoire y los ranchos que la rodeaban no podían dar ubicación a una persona más. El único lugar donde no había gente era la esquina Noroeste de la plaza, ya que todavía existían los fosos del antiguo Fuerte (esquina de 26 y 29).
Desde temprano los pregoneros anunciaban la próxima ceremonia y que el cadáver del ajusticiado sería colgado en la horca a la expectación pública. A las nueve de la mañana se escuchó el tambor que anunciaba la presencia de las tropas que acampaban en ese entonces en la ciudad y cuando faltaban pocos minutos para que sean las diez, llegó a la cárcel, a la vez Juzgado y Comisaría, frente a la plaza, sobre la calle ancha, acompañado del Juez de Paz don Eustaquio Cardoso, el escribano Argüello, quién venía a leer por última vez las sentencies del Juez y Cámara al reo, que ya llevaba casi 24 horas de capilla.
De acuerdo con la óden del Gobernador, el fusilamiento debía hacerse en la plaza, verde potrero, rodeado en todo su contorno de una cadena y en cuyo centro se levantaba la pirámide, donde hoy se encuentra el monumento a San Martín.
El banquillo fue puesto junto a la pared de la cárcel y a su frente formó el piquete policial con las tercerolas listas.
Justo al toque de las diez apreció engrillado Barrionuevo, alto, cenceño, esbelto. Caminó con dificultad por los grillos, escuchói la nueva y prolija lectura del escribano, agradeció con los ojos los consuelos que el cura le había prodigado y recibió sereno la descarga. Desfilaron las tropas marcialmente y el cuerpo de José Barrionuevo, pingajo sanriento, pendió de la horca durante cuatro horas.

viernes, 31 de diciembre de 2010

FELIZ 2011!!!

Luego de un año y medio de existencia del blog, se viene el momento de crecer. Se viene el momento de que la historia de la ciudad esté en una Web. Se viene el 2011, que traerá cambios, alegrías y tristezas, como todo año, como ocurrió en la historia de Mercedes en sus 258 años y medio de vida. Como ocurrió en la tuya.


El blog se despide hasta el año que viene, hasta mañana, cuando amanezca crecido.


MUCHAS GRACIAS POR SEGUIRLO!

viernes, 3 de diciembre de 2010

Moner y Luza, los únicos dos mercedinos que salieron en la tapa de El Gráfico

La ciudad de Mercedes tuvo deportistas que han traspasado el nivel nacional a lo largo de la historia. Entre los pioneros se encuentran Héctor “Teté” Barreneche, quien jugó en la Selección argentina de Básquet, al igual que Adolfo “Gurí” Perazzo, quien es el jugador con más partidos en la historia de ese seleccionado.
Fernando Moner, a la izquierda, festeja la victoria en la Bombonera
Lamentablemente, ellos no pudieron estar en la tapa de la revista El Gráfico, aunque pudieron haberlo merecido.
Los que si tuvieron la suerte de estar en la tapa de una de las revistas más importantes e históricas del deporte argentino fueron Gustavo Luza y Fernando Moner. El primero no tuvo una tapa trascendente. Fue el 5 de febrero de 1991. La mayor parte de la tapa trata sobre la victoria en la final de Tokio que dos días antes le había ganado Gabriela Sabatini por 2-6, 6-2 y 6-4 a Martina Navratilova y que la revista lo tituló “Tenis genial”. Este título es apoyado por la resonante victoria de la Selección argentina de Copa Davis por 4 a 1 por la primera ronda de este torneo. En esa serie participó el mercedino Gustavo Luza como suplente del dobles, convocado por Francisco “Pancho” Mastelli. Los otros jugadores fueron Martín Jaite, Cristian Miniussi, Javier Frana. A Luza no se lo menciona prácticamente en las notas del match porque no participó.
Gustavo Luza, el otro mercedino que estuvo en la tapa de El Gráfico.
El otro mercedino que aparece en la tapa de El gráfico es Fernando Moner el 13 de octubre de 1987. El pelado (en ese tiempo el muchacho de rulos), jugaba para San Lorenzo de Almagro en una época muy mala desde el aspecto económico del cuervo. Esa edición, la 3549 de la revista, reflejó la gran victoria de San Lorenzo por 1 a 0 ante Boca en la Bombonera. La imagen ilustra el festejo que los jugadores hicieron frente a la tribuna visitante al finalizar el partido, en la que se ve a Moner, Zacarías, Bora Milutinovic y Riquelme.
Al equipo de Boedo ese torneo lo comenzó dirigiendo el multibilingüe Bora Milutinovic. El serbio, al terminar ese partido, amagó con renunciar a pesar de la buena campaña que venía realizando (4 victorias y 3 empates, con 8 goles a favor y 3 en contra) por los problemas económicos que tenía la institución, pero no porque no le pagaban su sueldo, sino para presionar para que le paguen al plantel, que ni tenía agua caliente para bañarse en su estadio.

En esos partidos, como en los 16 restantes, el mercedino fue titular, jugando en la defensa con Málvarez, Larraquy y Zacarías y en el arco el paraguayo Chilavert.
Bora estuvo como DT hasta la fecha 13, en que presentó la renuncia y fue reemplazado por Héctor Veira. Con el Bambino, Moner jugó como titular hasta la fecha 25 en que fue reemplazado por Riquelme. Luego, en las 13 restantes, sólo jugó en la 33º, en la victoria 1 a 0 frente a Argentinos Juniors.
De Moner la revista El Gráfico no dice mucho ya que habla de la situación xeneise, que se hundía en el fondo de la tabla y del buen funcionamiento defensivo del cuervo, más el acierto de Sivisky al convertir a los 18 del segundo tiempo.
El partido fue cubierto periodísticamente por el maestro Juvenal y lo calificó de intenso y sobre el gol de la victoria escribió: “Un tiro libre magníficamente cabeceado le dio el gol de la victoria, consolidada por una defensa que frenó toda llegada boquense”.
El juez del encuentro fue Romero, se recaudaron 221.096 Australes. La figura, Zacarias (8).

miércoles, 27 de octubre de 2010

La Guardia de Luján como el primer presidio luego de la Revolución de Mayo. Parte 3. Las cartas de Gervasio Posadas.

Cuenta en sus memorias Gervasio Antonio de Posadas que “En la mañana del 6 de Abril fui sorprendido en mi casa y arrestado en un cuartel, desde el cual pasé al obispo una carta, y dirigí a la Junta un memorial. Continuando esta maldad, en la tarde del mismo día 6 de Abril me colocaron en un coche simón con otros tres individuos, y con porción de tropa de caballería nos condujeron al fuerte o guardia de Lujan, desde donde dirigí otra representación a la Junta gobernadora y una cartita al obispo. Yo en esto me divertía y nada perdía. En esta Guardia, que tenía por el lugar de mi destino como me lo habían intimado, fui nuevamente sorprendido por el comandante de ella, entregándome un pasaporte de la Junta gobernadora por el cual se me desterraba a trescientas leguas, a la ciudad de Mendoza. El mismo comandante me manifestó una Gaceta extraordinaria del día 15 de Abril en que se me expatriaba a pedimento del pueblo de Buenos Aires, por autor de una sedición que acababa de suceder, y por otros crímenes; sin forma de proceso, sin la más ligera audiencia, ni permitirme la menor defensa: todo ello como obra de una porción de piilastrones, mentirosos y embrollones”.
Sin embargo, la primera carta decía lo siguiente:

“Exmo. Sor. Gervasio Antonio de Posadas confinado en esta Frontera de Luján, ante V.E. con el debido respeto digo- Que me hallo en la mayor incomodidad pa. resistir a los achaques habituales que padesco muchos años hace y que me causan accidentes morales, pués en estos últimos meses los he sufrido dos ocasiones en el Palacio del i.S. Obispo a las horas del Despacho desuerte qe si V.E. no me proporciona algún alivio para concluir mis días en el seno de mi familia que es lo único qe. siempre he pensado y a que únicamente he aspirado toda mi vida, me temo perderla en este destino. A esto se agrega que acaba de llegar a él mi hermano político Domingo French (N. del A.: por sus costumbres revoltosas y su particularidad de no callarse nada), y yo no quiero dar a V.E. un nuevo disgusto por alguna nota que se me impute con respecto a este individuo o a los otros cuatro confinados a quienes jamás he tratado ni visitado en esa Capital.
Por todo ello de V.E. suplico atentamente se digne por equidad permitirme trasladar a la chacra de un hombre honrado que conozco en la costa de Sn. Isidro nombrado Dn Ricardo, para reunirme allí dolo con mis cinco hijos y vivir en su amable compañía. Dignase V. Exa. mirar con ojos de piedad a quatro niñas y un joven de Candor y por ellos y por este su padre usar de uno de los rasgos de su acreditada bondad. Frontera de Luján, 6 de abril de 1811.”

El relato de las memorias de Posadas sigue así. “Como mi verdadero inmediato jefe o superior era el ilustrísimo señor obispo, con qiiien parece debía entenderse la Junta para mi expatriación, y como no tenía otra persona dé más carácter y confianza que pudiese dar algún paso a favor de mi inocencia atropellada, le dirigí otra carta, y por conducto del comandante hice una representación a la Junta de gobierno, los cuales documentos y los de su referencia se numeran como aparece”.
La segunda carta, escrita 3 días después, decía lo siguiente:

“Sr. Dn. Cornelio Saavedra. Muy Sor. Mío y mi estimado paisano: no quiero valerme de la mediación del Sr. Lue, ni de otra alguna persona pa. poner en sus manos la adjunta súplica, sino hacérsela directamente pa. no comprometerlo, porque confío qe francamente me ha de decir si me puede servir o si he de tener paciencia por algún más tiempo para con su aviso amistoso esperanzar a mis hijos de que nos reuniremos. Creame V.E. por Dios que los amo mucho qe siempre he respetado y los he enseñado a respetar el gobierno y qe tan solo deseo en este mundo morir en el seno de mi familia trabajando por mantenerla como V.E. siempre lo habrá notado. Este destino es fatal para mi salud quebrantada muchos años hace; las agua del pozo me empeoran y la estoi bebiendo caliente desde que vine. Empeñe todo su valimento para qe pueda pasar sobre la costa y acercarme así a recoger a mis hijos y vivir con ellos. No lo he de hacer quedar mal ni le he de dar disgusto: creame Paisano por la sangre de Jesucristo no soi hombre malo o que aspira a otra cosa qe a mirar por mis hijos menores y huerfano. Acuerdese qe es padre y de la ternura con que ama a sus niños y por ellos y por el respeto de mi Sra. Doña Saturnina, propenda a darme este consuelo a que le viviré eternamente agradecido. Frontera de Lujan, 9 de abril de 1811”.

Finalmente, Posadas termina siendo exiliado a Mendoza y, en una tercera carta, dice que no tiene ni caballo, ni plata, ni apero para semejante viaje. La Guardia de Luján fue, para este confinado, el primero de los 22 lugares en donde mantuvo su presidio.

(N. del A.: las cartas están escritas textuales, con los errores de ortografía que se ven)

Fuentes: “La sangre en las esquinas y romance de la Guardia”, de Raúl Ortelli; “Mercedes en el Recuerdo” de Raúl Ortelli; “El último malón” de Raúl Ortelli; “El Origen de la ciudad de Mercedes” de Alfredo Iribarren; “Memorias”, de Gervasio Antonio Posadas.

La Guardia de Luján como el primer presidio luego de la Revolución de Mayo. Posadas, French y Berutti, presos en Mercedes. Parte 2.

El 9 de abril de 1811 fue el día en que Domingo French, Antonio Berutti, Agustín Donado, el Presbítero Ramón Vieytes, hermano de Hipólito, Gervasio Posadas (primo y hermano político de French) fueron confinados al Fuerte de Luján (Hoy Municipalidad de Mercedes).

French y Berutti fueron alojados juntos en un cuarto. No habiendo más habitaciones en que colocar por separado a los prisioneros, fue necesario pedirle al capellán Silveira la pieza que tenía para él, donde fueron puestos los otros tres. Y así, la austera celda del capellán miliar se convirtió en improvisada celda.

Posadas estuvo hasta el 28 de abril en que salió para Mendoza. El 2 de mayo siguiente lo hicieron en una carreta de bueyes French, Berutti, Vieytes y Donado, rumbo a Chascomús.

Cuando los prisioneros llegan a la Guardia de Luján son recibidos por el Segundo Comandante de Fronteras Manuel Martínez de Fontes, quien estaba en el cargo desde el 17 de julio de 1806. También desde ese año era Capitán del cuerpo de Blandengues.
Martínez de Fontes se casó con Doña Juana Gertrudis Rodríguez Peña, que era hermana de Saturnino José, Nicolás y Juan Ignacio Rodríguez Peña. Fue ascendido al grado de Capitán en 1781 y tuvo el mérito de haber introducido la vacuna antivariólica por primera vez en la Villa de Luján en 1805.
Cuando recibió a los presos, Martínez de Fontes le escribió una carta al Presidente de la Primera Junta de las Provincias Unidas del Río de La Plata, Cornelio Saavedra, dándole cuenta de lo acontecido:


“Frontera de Luxán y Abril 11 de 1811.

Exmo. Señor Presidente Don Cornelio Saavedra.

Exmo. Señor. Remito a V.E. dos esquelas que me han entregado French y Beruti pa. sus casas, pa. que si V.E. lleva a bien que se les entriegue se berifique por su conducto, pues veo les hace falta lo que piden sus casas. No habiendo en este Fuerte habitaciones en qe. colocar por separados a los seis presos que V.E. ha destinado a esta pr. hallarse bastante arruinado etenido que pedirle al Padre Capellán la que tenía pá el habiando colocado en una a Vieytes, Pasadas y Donado, en la otra a French y Beruti, lo que pongo en noticia a V.E. en virtud de no haberlo podido pr. por separados como V.E. ordena. Martínez Fontes”. (N. del A.: El texto original está escrito en esta forma)

La Guardia de Luján como el primer presidio luego de la Revolución de Mayo. Posadas, French y Berutti, presos en Mercedes. Parte 1.

Desde un primer momento la Guardia de Luján tuvo mucha importancia al realizarse la Revolución de 1810. Cuando el 25 de Mayo el cabildo constituyó la Junta Patria, lo hizo bajo presión de los mandos militares que le presentaron una “Petición del Pueblo”, suscripta por 401 personas. De ellas, 18 eran miembros de la Iglesia y de éstos, 17 eran mercedarios. De esos 17, dos pertenecían a la Guardia de Luján.
Uno de ellos era el Fray Manuel Saturnino Banegas, que se encontraba en el convento Grande de San Ramón de Buenos Aires desempeñando el título de lector (profesor) y, anteriormente, el de maestro de novicios, cuando suscribió el documento revolucionario. Cinco meses antes había estado en la frontera de Luján, con licencia del cura territorial, y retornaría como vice cura del pueblo en marzo de 1814 hasta mayo de 1819.
El otro fue el Fray Gregorio Maldonado. Fue capellán de la expedición del coronel Pedro Andrés García a las Salinas Grandres realizada en la Guardia de Luján entre el 21 de octubre y el 22 de diciembre de 1810.
La Guardia fue uno de los primeros escenarios que tuvo la emancipación, ya que fue designada como el primer presidio calificado de la Revolución.
El 26 de agosto es fusilado en lo que ahora es la ciudad de Los Surgentes, en el sudeste de Córdoba el virrey Santiago de Liniers (27/07/1753 – 26/08/1810) luego de unirse al grupo que pretendía oponerse a la Primera Junta. Como el general Francisco Ortiz de Ocampo se negó a matarlos, decidió enviarlos a Buenos Aires, pero la Junta envió a su vocal Juan José Castelli a cumplir la sentencia. Junto a Liniers, perdieron la vida todos los jefes de la resistencia menos el obispo de Córdoba Rodrigo de Orellana (1756 – 1822), quien fue obligado a confesar a los reos y presenciar la ejecución. Luego, fue confinado a Luján (hoy Mercedes) donde vivió hasta la disolución de la Junta Grande (22 de septiembre de 1811). Luego, El Primer Triunvirato lo sometió a un juicio por su actuación, pero convenció al tribunal de su inocencia a través de un largo escrito.
Estuvo preso en el antiguo Fuerte, en una choza de paja, sin rentas ni auxilios ni comunicación alguna. Se le autorizó a oficiar misa los días 4 y 5 de septiembre, la primera episcopal celebrada en Mercedes. Lo acompañó el Padre Pedro Giménez. Orellana permaneció en la zona hasta el 19 de octubre de 1811, en que pasó a Buenos Aires por disposición del Primer Triunvirato, cuando ya su destierro llevaba 14 meses. Luego, fue restituido a Córdoba hasta que el Director Alvear lo confinó de nuevo a la Guardia en enero de 1815.
La Revolución del 5 y 6 de abril de 1811, también conocida como el "Movimiento o Revolución de los orilleros" fue un golpe cívico militar que permitió al sector moderado saavedrista asegurar el control de la Junta Grande de gobierno eliminando a la minoría radical morenista. Para esta fecha el grupo morenista estaba diezmado: Manuel Alberti (1763-1811) había muerto tras una agria discusión con el deán Gregorio Funes (1749-1829) durante un reunión de la Junta, Mariano Moreno que había renunciado y enviado a Londres, estaba muerto -aunque en Buenos Aires no se lo sabía-, habían sido separados de la Junta Grande los cuatro vocales morenistas: Miguel de Azcuénaga (1754-1833), privado injustamente de su grado militar, Juan José Castelli (1764-1812) –por entonces representando a la Junta en el Ejército auxiliador en el Alto Perú-, Nicolás Rodríguez Peña (1775-1853) -que había reemplazado en la Junta Grande al fallecido Manuel Alberti-, Juan Larrea (1782-1847) y el secretario Hipólito Vieytes (1762-1815) -que había reemplazado a Mariano Moreno en la Secretaría de Gobierno y Guerra-.
En los casos de Nicolás Rodríguez Peña e Juan Hipólito Vieytes, los golpistas aducían que para sus designaciones no se había dado intervención al Cabildo de Buenos Aires.  
De la Sociedad Patriótica fueron perseguidos todos sus integrantes, pero muy especialmente Ramón Domingo Vieytes (1764-1827) , Antonio Luis Beruti (1772-1841), Domingo French (1774-1825) -Jefe del Regimiento de la Estrella-, Agustín José Donado (1767-1831), Gervasio Antonio de Posadas (1757-1833) y Felipe Santiago Cardoso (?-?), desterrado a Santa Fe. Juan Larrea, compañero y amigo de Mariano Moreno, insólitamente acusado de haberse mezclado en facciones que habían comprometido la seguridad pública, fue destituido y remitido preso a la guardia de Luján y luego extrañado a San Juan de Cuyo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Los Baños Públicos de Marsiglia. Parte 3. El voraz incendio que terminó con todo.

Marsiglia era devoto de las plantas y sobretodo de las flores. Es por eso que los balcones de la casona tenían hermosos geranios. Sus Baños Públicos tuvieron una gran prosperidad en Mercedes hasta el fatídico 22 de enero de 1880 a las 11 de la mañana cuando un incendio terminó con todo. El calor que hizo ese día fue intenso. La crónica del diario regional La Reforma, que se imprimía en Chivilcoy y que llegaba a Mercedes, decía que el fuego se propagó “en las dos piezas de alto que dan a la calle 17 (hoy 23)”.
“Mientras esto sucedía –prosigue el diario- veinte o treinta personas, de las doscientas espectadoras de aquel suceso, se ocupaban de combatir el monstruo de fuego que agitaba las paredes” (…) “La situación se hacía cada vez más desesperante. Ruidos sordos dejáronse sentir aquella hoguera; eran los techos que empezaban a desplomarse por la falta de tirantes que los sostenían, pues estos ya eran cenizas”
Portada del diario regional La Reforma (Chivilcoy - Mercedes) del 23 de enero de 1880, día posterior al incendio.

En poco más de 1 hora ardió toda la casona, “quedando en humeantes escombros”, sostenía La Reforma. “A las 12 y media y después de hacer lo humanamente posible (…) fue apagándose lentamente (…) todo quedó destruido y reducido a miserables ruinas”.
Luego del incendio, La Reforma informaba que Marsiglia y su esposa se encontraban alojados en el Hotel Laborde.
Las pérdidas, que fueron totales, se estimaron en 60 mil pesos, muchísimo dinero en ese tiempo. Entre los vecinos que acudieron a prestar ayuda estuvo el maestro Pedro B. Palacios, que luego se haría famoso con su pseudónimo “Almafuerte”. Era tanto el aprecio que la ciudad tenía por el ingenioso Marsiglia que se inició espontáneamente una colecta popular que reunió la suma necesaria para rehacer la casa y baños.
Se formó una comisión para apoyo a don Gabriel que estaba conformada por Ubaldo Romero, José C. Soto, Camilo Salomone, Clodomiro Villafañe, Nicanor Baliero y Camilo Meneses y, con el tiempo y los 30 mil pesos juntados, la familia salió adelante.





Raúl Ortelli relata que “entre las historias que se quemaron en el incendio, queda la del General Ignacio Rivas, derrotado en la Batalla de La Verde y a raíz de ello, alojado como preso en el Cabildo de Mercedes, tenía concedido para acudir a lo de Marsiglia, lo mismo que otros de sus compañeros de cautiverio. El famoso comandante Mena, que en determinado momento consigue apoderarse de ese formidable bastión que era la Cárcel, que luego le es arrebatada, al ser puesto en libertad, concurre también a los baños y allí el dueño de casa, que le atiende personalmente y algún empleado, no ocultan su asombro, pues aquél legendario y corajudo comandante tenía el cuerpo “cuajado” de cicatrices. Mena contó entonces que eran las consecuencias de haber intervenido en más de treinta entreveros.

Cerrados estos baños y clausuradas las otras actividades de Don Gabriel, allí abrió una sastrería de lujo el Sr. Gentile, hijo político de aquél. Después vinieron otros negocios hasta que luego ocupó ese terreno la Dirección de Telecomunicaciones, luego Telefónica de Argentina.


Los Baños Públicos de Marsiglia. Parte 2. Un baño, 10 pesos, una docena, 100.

La casa de 20 y 23 era de altos, cuenta Raúl Ortelli, pero lo relevante ocurría en el sótano, en donde funcionaba la otra empresa de Don Gabriel Marsiglia: los Baños Públicos. Todos los años, al llegar el verano, el gran inventor recordaba a través de avisos en los diarios a los pobladores de la ciudad sobre los confortables servicios que ofrecía su establecimiento, en gran parte accionada por perros amaestrados por él mismo con “gran paciencia y sorprendente resultado”, resalta Ortelli.
La casona de Marsiglia y su fachada desde la calle 17 (hoy 23). En verano, siempre había flores en los balcones.

En su relato, el escritor mercedino cuenta que “el negocio se abría de cuatro de la tarde a once de la noche y, previo pago de la suma de convenida allí se podía gozar del inefable placer de un buen baño”.
La idea de los baños surgió en 1875. Los técnicos entendidos en construcciones afirmaban que el edificio no soportaría las excavaciones que Marsiglia proyectaba bajo la gran casona de dos pisos y que incluso ganaban terreno bajo la vereda.
“La gran sala subterránea estaba subdividida en compartimientos individuales. Un baño, frio o caliente, se cobraba diez pesos y una docena cien. Los diarios publicaban la nómina de quienes tomaban abonos quincenales, mensuales, trimestrales y o por toda la temporada, lo que significaba que había gente que se bañaba seguido. Había gente que, en pleno verano, se bañaba dos veces por semana”, cuenta Ortelli y agrega que “con el correr del tiempo era cada vez más la gente que se bañaba, ya que se le iba perdiendo el miedo al agua, que estaba mal vista porque se la consideraba capaz de provocar la tubercolisis, la pulmonía o un resfrío con tos”.
Así era la publicidad que se leía en el diario El Oeste, en 1878.

Era muy cierto que Marsiglia utilizaba perros amaestrados para hacer funcionar sus baños públicos. Para esto, se debía tener un buen régimen de agua y el hojalatero concibió un sistema de producción excelente. Se trataba de una rueda sin fin en la que aquéllos perros, asentados sobre sus patas en un banco, con las manos movían la rueda que, a su vez, extraía agua de un pozo, destinada luego a los baños a través de una red intrincada de caños que iban y venían por toda la casa.
Allí trabajaba todo el mundo, incluso los chicos de la familia y aún los de la vecindad, amigos de los chicos de la casa. Marsiglia construyó una hamaca de dos asientos iguales a las que aún se ven en las plazas de juegos infantiles. Los chicos se hamacaban por turno y así, por un mecanismo muy sencillo, se podía extraer agua.
Otra forma de extraer agua fue a través de su invento que consistió en una gran rueda colocada a la manera de “vuelta al mundo”, donde los chicos podían correr haciéndola girar. Eso hacía activar un bomba que extraía el agua.

Los Baños Públicos de Marsiglia. Parte 1. Don Gabriel Marsiglia, el primer hojalatero del mundo.

No eran muchos los que tenían el privilegio de poder bañarse con agua caliente en el Mercedes de 1870. Las instalaciones de las casas de esa época no tenían las suficientes instalaciones como para poder gozar de un buen baño de inmersión. Menos aún estaban al alcance de todos las bañeras, las calderas, la calefacción, por más holgura con que la familia viviera y eran pocos los que tenía agua corriente.
Don Gabriel Marsiglia, su esposa e hijos, posando para la foto.

En la esquina de 20 y 23, donde en la actualidad se encuentra el edificio de Telefónica de Argentina, vivió un hombre que llegó a Mercedes proveniente de Italia: Don Gabriel Marsiglia. Hombre culto y de gran ingenio, su inventiva era de una fecundidad extraordinaria y sus realizaciones causaban asombro, como la de sus baños públicos.
Cuenta Raúl Ortelli en su libro “La sangre en las esquinas y Romances de la Guardia” que Marsiglia era una “figura muy simpática y atrayente, enseguida de llegar se vinculó a los núcleos más importantes de la ciudad dentro, dentro de los que se movió siempre con buen estilo y máxima seguridad”. Marsiglia, empezó su vida laboral creando una hojalatería que se llamaba “La perforación del globo”. Según un aviso periodístico, era la primera del mundo. Ortelli, en su relato agrega que “anexo, creó un taller de herrería “donde se fabrican las norias primarias”. Le iba tan bien con sus negocios que hasta se podía dar el gusto de tener un pasar muy deshaogado”.
Así era la esquina de 20 y 23 (en aquél momento 26 y 17), cuando funcionaba el negocio de Marsiglia y su casa de dos pisos. Ahora, en ese mismo lugar, se encuentra el actual edificio de Telefónica.

Marsiglia siempre se destacó en la ciudad por sus inventos. El historiador Luis Villarreal, en un texto escrito en 1981 y tomado por José María Méndez en una recopilación de historia de la ciudad que se publicó en 1995 a través del Semanario Protagonistas, cuenta que Marsiglia “ideó, entre otras cosas, un Trompo Argentino, precursor del giróscopo, que mereció un primer premio en una exposición en Buenos Aires. Construyó un ventilador a pedal que con un leve esfuerzo permitía gozar de aire fresco a un grupo de personas. Pensó también una fuente iluminada, que solía ceder a la Municipalidad para que la colocada en la plaza principal los días de fiestas populares. Era tal su habilidad, -prosigue Villarreal- para el manejo de metal que con una libra esterlina había moldeado a punzón una copita sin que perdiera el dibujo original de la moneda. Esto, debió hacerlo una vez en una exposición en Capital Federal frente al presidente Julio Roca.
Hasta la década de 1970, estando ya construido el edificio de Telefónica, todavía se podían apreciar las galerías y baños de la casa de Marsiglia. Luego, al final de esa década, se demolieron las bañeras de “cal y canto” que se conservaban en excavaciones que hizo aquel dueño de “La perforación del globo”.

martes, 31 de agosto de 2010

1962, el año de los seis intendentes. Tercera parte: Elías Carlos Bracco, el Comisionado que renunció el día que lo nombraron, pero se fue 1 mes después.

La edición del domingo 29 de julio de 1962 del diario El Oeste anuncia que Muscagorry ya se hizo cargo de la intendencia. La nota, que habla sobre su discurso, dice que Muscagorry no aceptó ser Comisionado hasta no hablar con el Ministro de Obras Públicas de la provincia, el mercedino Ingeniero Petriz y “comprometer su especial esfuerzo para los caminos de esta ciudad” y que “no pediría puestos sino obras necesarias al progreso”.
El 27 de septiembre, Muscagorry presenta su renuncia como Comisionado de Mercedes ya que el interventor federal de la provincia, Ceferino Merbilhaá presentó su dimisión al cargo. En su telegrama, Muscagorry dice “Gobernó Ud. la provincia con visión de Patria. Me honré colaborando como Comisionado Municipal de este partido en su gestión inteligente y austera. Hoy que se aleja de la función pública, renuncio por este despacho la que yo desempeño”.
El 26 de octubre, el ex interventor Merbilhaá aceptó la renuncia de Muscagorry y por medio del Decreto Nº9052 se designó como Comisionado al Secretario General de la Comuna a Elías Carlos Bracco, quien puso en el cargo de Secretario General a Oscar Iglesias.
La particularidad de la historia política mercedina de ese año cuenta que Bracco el mismo día que fue designado presentó la renuncia. Bracco, en un telegrama presentado al Ministro de Gobierno de La Plata, ese mismo 26 de octubre redacto lo siguiente: “Designado Comisionado Municipal Interino de este partido por decreto Nº9052 presento a S.E. mi renuncia a ese cargo”.
Evidentemente los problemas que había a nivel provincial eran más importantes que la renuncia de un Comisionado puesto por decreto, por lo que no fue escuchada la renuncia y, un mes después, el 26 de noviembre, Bracco reitera el telegrama, publicado también en el diario El Oeste: “A S.E. el Señor Ministro de Gobierno – La Plata. Reitérole mi renuncia de Comisionado Municipal de este partido elevada el 26 de octubre, encareciendo su aceptación”
El 28 de noviembre la ciudad se despierta azotada por un huracán que produce graves daños en los techos de las casas, ya que por aquél entonces Mercedes tenía muchas antenas de televisión. También fueron derribados árboles añosos y hubo muchos problemas con los cortes de cables. En la zona rural, los frutos sufrieron del temporal, pero, agrega optimista el diario El Oeste del 29 de noviembre los “70 milímetros (son) beneficiosos para la ganadería y la agricultura”.
El 5 de diciembre, un día después de la renuncia de Álvaro Alsogaray como ministro de Economía de la Nación, se anuncia que a las 11 de la mañana del día siguiente será puesto en funciones nuevamente como Comisionado Municipal Alfredo Rodríguez de la Vega, por lo que Bracco dejará su cargo, que nunca quiso tener.
La edición de 7 de diciembre del diario El Oeste cuenta que el Comisionado renunciante, Elías Bracco, estuvo al frente de la municipalidad “como un acto de responsabilidad cívica” pero que “su carácter de interino y renunciante no le permitió hacer grandes obras”.
Rodríguez de la Vega estuvo al frente de la ciudad por casi un año, cuando dejó de ser Comisionado el 12 de octubre de 1963, al asumir Juan José Marín como intendente en la restaurada democracia gobernada por 3 años por Arturo Illia.