miércoles, 27 de octubre de 2010

La Guardia de Luján como el primer presidio luego de la Revolución de Mayo. Parte 3. Las cartas de Gervasio Posadas.

Cuenta en sus memorias Gervasio Antonio de Posadas que “En la mañana del 6 de Abril fui sorprendido en mi casa y arrestado en un cuartel, desde el cual pasé al obispo una carta, y dirigí a la Junta un memorial. Continuando esta maldad, en la tarde del mismo día 6 de Abril me colocaron en un coche simón con otros tres individuos, y con porción de tropa de caballería nos condujeron al fuerte o guardia de Lujan, desde donde dirigí otra representación a la Junta gobernadora y una cartita al obispo. Yo en esto me divertía y nada perdía. En esta Guardia, que tenía por el lugar de mi destino como me lo habían intimado, fui nuevamente sorprendido por el comandante de ella, entregándome un pasaporte de la Junta gobernadora por el cual se me desterraba a trescientas leguas, a la ciudad de Mendoza. El mismo comandante me manifestó una Gaceta extraordinaria del día 15 de Abril en que se me expatriaba a pedimento del pueblo de Buenos Aires, por autor de una sedición que acababa de suceder, y por otros crímenes; sin forma de proceso, sin la más ligera audiencia, ni permitirme la menor defensa: todo ello como obra de una porción de piilastrones, mentirosos y embrollones”.
Sin embargo, la primera carta decía lo siguiente:

“Exmo. Sor. Gervasio Antonio de Posadas confinado en esta Frontera de Luján, ante V.E. con el debido respeto digo- Que me hallo en la mayor incomodidad pa. resistir a los achaques habituales que padesco muchos años hace y que me causan accidentes morales, pués en estos últimos meses los he sufrido dos ocasiones en el Palacio del i.S. Obispo a las horas del Despacho desuerte qe si V.E. no me proporciona algún alivio para concluir mis días en el seno de mi familia que es lo único qe. siempre he pensado y a que únicamente he aspirado toda mi vida, me temo perderla en este destino. A esto se agrega que acaba de llegar a él mi hermano político Domingo French (N. del A.: por sus costumbres revoltosas y su particularidad de no callarse nada), y yo no quiero dar a V.E. un nuevo disgusto por alguna nota que se me impute con respecto a este individuo o a los otros cuatro confinados a quienes jamás he tratado ni visitado en esa Capital.
Por todo ello de V.E. suplico atentamente se digne por equidad permitirme trasladar a la chacra de un hombre honrado que conozco en la costa de Sn. Isidro nombrado Dn Ricardo, para reunirme allí dolo con mis cinco hijos y vivir en su amable compañía. Dignase V. Exa. mirar con ojos de piedad a quatro niñas y un joven de Candor y por ellos y por este su padre usar de uno de los rasgos de su acreditada bondad. Frontera de Luján, 6 de abril de 1811.”

El relato de las memorias de Posadas sigue así. “Como mi verdadero inmediato jefe o superior era el ilustrísimo señor obispo, con qiiien parece debía entenderse la Junta para mi expatriación, y como no tenía otra persona dé más carácter y confianza que pudiese dar algún paso a favor de mi inocencia atropellada, le dirigí otra carta, y por conducto del comandante hice una representación a la Junta de gobierno, los cuales documentos y los de su referencia se numeran como aparece”.
La segunda carta, escrita 3 días después, decía lo siguiente:

“Sr. Dn. Cornelio Saavedra. Muy Sor. Mío y mi estimado paisano: no quiero valerme de la mediación del Sr. Lue, ni de otra alguna persona pa. poner en sus manos la adjunta súplica, sino hacérsela directamente pa. no comprometerlo, porque confío qe francamente me ha de decir si me puede servir o si he de tener paciencia por algún más tiempo para con su aviso amistoso esperanzar a mis hijos de que nos reuniremos. Creame V.E. por Dios que los amo mucho qe siempre he respetado y los he enseñado a respetar el gobierno y qe tan solo deseo en este mundo morir en el seno de mi familia trabajando por mantenerla como V.E. siempre lo habrá notado. Este destino es fatal para mi salud quebrantada muchos años hace; las agua del pozo me empeoran y la estoi bebiendo caliente desde que vine. Empeñe todo su valimento para qe pueda pasar sobre la costa y acercarme así a recoger a mis hijos y vivir con ellos. No lo he de hacer quedar mal ni le he de dar disgusto: creame Paisano por la sangre de Jesucristo no soi hombre malo o que aspira a otra cosa qe a mirar por mis hijos menores y huerfano. Acuerdese qe es padre y de la ternura con que ama a sus niños y por ellos y por el respeto de mi Sra. Doña Saturnina, propenda a darme este consuelo a que le viviré eternamente agradecido. Frontera de Lujan, 9 de abril de 1811”.

Finalmente, Posadas termina siendo exiliado a Mendoza y, en una tercera carta, dice que no tiene ni caballo, ni plata, ni apero para semejante viaje. La Guardia de Luján fue, para este confinado, el primero de los 22 lugares en donde mantuvo su presidio.

(N. del A.: las cartas están escritas textuales, con los errores de ortografía que se ven)

Fuentes: “La sangre en las esquinas y romance de la Guardia”, de Raúl Ortelli; “Mercedes en el Recuerdo” de Raúl Ortelli; “El último malón” de Raúl Ortelli; “El Origen de la ciudad de Mercedes” de Alfredo Iribarren; “Memorias”, de Gervasio Antonio Posadas.

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