domingo, 3 de enero de 2010

Disco Orfeón: La mitología sale a bailar viernes y sábados por la noche. Parte VI, final. De cine y teatro a boliche bailable.



El viejo teatro Orfeón, desde atrás.

Por 1928 se podía elegir entre ir al Cine y Teatro Español o el Cine y Teatro Argentino. No solamente se proyectaban películas argentinas, italianas o norteamericanas, sino también unas tiras semanales como las series actuales. Fue así como los más chicos crecieron a la espera del capítulo semanal de “Tarzán de los monos” o “El imperio submarino”, alucinaron viendo al héroe del comic “Red Ryder” en la pantalla grande, junto a su célebre compañero Castorcito, encarnado por Robert Blake.
En el Argentino llegó el color con “Sangre y Arena” en 1941, protagonizada por Tyrone Power y Rita Haywhort. Años más tarde se produjo la llegada del cinemascope, la pantalla rectangular que eliminaba el viejo cuadrado cuasi televisivo. Esa nueva innovación obligó a remodelar la vieja sala del Español y la nueva época del cine teatro se inició con “Orfeo Negro”, estrenada en 1959 y dirigida por Marcel Camus.
El televisor fue dejando de lado al cine y el Argentino fue el que primero cerró sus puertas. El Español se mantuvo en pie bajo varias administraciones hasta que cerró en 1989, pero por suerte, en 1990, empresarios porteños reabrieron la sala, luego de reacondicionarla, con el film “Expedición Atlantis”. Poco más de un año duró la ilusión del Teatro Español y volvió a cerrar hasta pasar a ser a fin del siglo pasado en confitería bailable: Primero se llamó Dalí, luego El Cine Disco, luego La 26 Bailable y desde 2009 reabrió nuevamente sus puertas como Orfeón Disco.

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