La esquina de la 24 y 27. En teoría, donde está ese cantero circular, estaba el atrio de la vieja Iglesia, donde se produjeron los incidentes.
Antes de la Ley Sáenz Peña, un individuo podía llegar a votar tres o cuatro veces con libretas de difuntos y para despistar, cambiaba su atuendo. En las elecciones de marzo de 1898, Javier Arce voto cuatro veces: una con su propia libreta y las tres restantes con la de muertos. Por otra parte, Don Prudencio Cascallar, antioficialista, contó que no le permitieron votar con el argumento de que él no era precisamente Cascallar, con el agravante de que el que lo impugnaba lo conocía muy bien y hasta eran parientes lejanos.
Otra historia de esas nefastas elecciones fue la de un hombre que, caminando por los techos de la Confitería de Raymúndez (24 y 29), donde durante más de medio siglo estuvo el Bar Capurro y hoy hay una heladería, llega hasta la cornisa del Cabildo y por ella hasta el reloj, todo a la vista del público. En cuestión de segundos le dio una vuelta a la aguja que marcaba la hora y la puso sobre el número 4, lo que indicaba que era la hora 16 y que las elecciones finalizaban. Entonces, haciendo estallar una bomba se daba por terminada la votación. Todos los papeles se llevaban al Palacio Municipal para contar los votos, mientras que en las afueras se originaban protestas por parte de los que no pudieron votar.
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