domingo, 6 de junio de 2010

CRONICAS MALVINERAS. La última noche antes de volver a las islas. Parte I.

Escrito por Graciela Medina y basado en la experiencia vivida por su hijo Cristian Luna, quien participó en el homenaje a los caídos en octubre de 2009.

La noche ya había caído sobre Buenos Aires cuando el avión comenzó a carretear por la pista de Aeroparque. Muchos viajaban por primera vez en avión. En otras circunstancias, quizás eso hubiese tenido relevancia.
A pesar de los nervios, el viaje fue tranquilo, al llegar a Río Gallegos, eran aguardados por Veteranos y autoridades. Habían cenado durante el vuelo, aunque nadie comió demasiado y fueron alojados en el hotel poco después de la medianoche. Cada uno estaba en su habitación. En la medida de lo posible, debían descansar, ya que en pocas horas, estarían pisando tierra malvinense.
Mientras los familiares reposaban, los miembros de la Comisión de caídos y de Cascos Blancos ultimaban detalles, chequeaban documentación y realizaban arreglos finales para que nada pudiese retrazar la tan ansiada partida.

El gran día.

Comenzó a amanecer y con las primeras luces de la mañana pudo observarse un cielo nubloso. A pesar de ello, nada podría empañar aquella mañana, el gran día había llegado.
Los familiares desayunaron y partieron hacia el aeropuerto, allí ya los aguardaban los miembros de la Comisión que terminarían su tarea y los esperarían al retornar para darles contención los Veteranos tanto los que acompañaron el vuelo, como los locales.
Los nervios no podían disimularse, las manos que retorcían las manijas de los bolsos y mochilas, los ojos aún enrojecidos de amasar recuerdos durante la madrugada, las manos que se juntaban, los abrazos con quienes se quedaban en tierra, eran la muestra palpable de ello.
El viento del sur frío y seco que castigaba el rostro como un adelanto de la tierra que en horas nada mas pisarían los acompañó en su recorrido por la pista hasta la escalera del avión de LAN, que hacía minutos tenía su puerta abierta para abordar.
Minutos después el avión partía, pero en este caso, ya no habría mas esperas, ese era el viaje hacía el destino final. Cuando la nave tomó altura y desde las ventanillas pudo verse el continente, tomaron real conciencia de que ese era el tramo final.
Cuando sobrevolaron Malvinas por primera vez, las islas estaban escondidas bajo un manto de nubes blancas, y por cierto, durante largo rato, debieron pasar una y otra vez por sobre ellas hasta que la pista fue visible para lograr el aterrizaje.
A las 9.50 horas, del sábado 10 de Octubre de 2009, el avión aterrizaba en el aeropuerto de Mount Pleasant, transportando la imagen de Nuestra Señora de Luján, última pieza del Cenotafio, que quedaría en Darwin para siempre.
Los 205 familiares junto a los coordinadores de la Comisión de Caídos e integrantes de Cascos Blancos, vivieron momentos sumamente emocionantes cuando el avión tocó tierra malvinense. Dentro de la aeronave, todos se unieron en un abrazo. Ya estaban en Malvinas.
Las autoridades británicas de las islas aguardaban junto con representantes de la Comisión de caídos que ya estaban allí: el Gobernador, el Vicegobernador y el Jefe de las tropas se encontraban en la pista dando el recibimiento al contingente, con sumo respeto.
Al aterrizar, una llovizna tenue acompañaba, como queriendo sumarse al duelo, como si el cielo quisiera decirles que compartía sus lágrimas.
Los trámites aduaneros fueron rápidos, y mientras se realizaban los recién descendidos de la aeronave trataban de observar todo lo que podían de aquel paisaje que seguramente tantas veces habían imaginado de mil maneras diferentes.

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