domingo, 14 de febrero de 2010

Las “cinco esquinas”. Segunda parte. El cine y el carnaval.

En la primera imagen se pueden ver las 5 esquinas. En la segunda, el negocio que estaba frente a la gran casa: en ese lugar en 1935 funcionó el "Moderno taller de reparaciones (de autos) de José Gutierrez & Cia". En la tercera imagen, se ve parte de la esquina a la que se hace alusión en la historia. Si se observa el cordón, se puede ver el tamaño que tenía la ochava de la casa demolida)
Sin lugar a dudas la casona que se encontraba en 29 y 16 (hoy estación de servicio YPF) era un lugar de reunión para la sociedad de fines del siglo XIX y principios del XX, no sólo por la cantidad de gente que iba a realizar compras a los almacenes que estuvieron ahí, sino porque en época de carnaval era una platea preferencial para las señoras deseosas de ver las murgas y comparsas merceditas que tanta alegría trajeron a la ciudad durante los meses de febrero de tantos años.
Cuenta la historia que la altura de los escalones que tenía la vereda de esa esquina formaba un excelente balcón natural para que los vecinos pudieran poner sus sillas cerca del cordón de esa vereda y poder divisar con perfección los diferentes carruajes que desfilaban por la avenida 29 en las noches de carnaval.
Si bien ocurrieron hechos sangrientos en esa esquina, una de las particularidades que tuvo fueron las funciones de cine al aire libre. Muchas veces se proyectaron películas mediante un gran telón que se colgaba en la ochava de la gran casa para deleite de las clases menos pudientes.
Dante Alizeri, en su libro “Reminiscencias merceditas” cuenta que una vez, mientras se estaba pasando una película muda, en donde se representaba un campamento de soldados en horas de descanso, pero atentos a un posible ataque de los indios que merodeaban la zona, aparecen indígenas detrás de una carpa ubicada cerca de un monte donde descansaban el Jefe y un niño, que, luego de avanzar contra esa carpa, hieren al niño metiéndose en la carpa. Sorprendido, el militar da un salto, se apodera de su sable y se dispone a pelear con los salvajes.
En ese instante, un paisano que estaba viendo la película y poseído por el alcohol de más que tenía en sangre, saca su facón y corriendo hacia el telón donde se proyectaba la película, comenzó a gritar: “Ay, juna!... Si serán ladinos!... Aura mesmo lo ayudo jefe!” y haciendo eses con su cuchillo en la mano, se dispuso a atacar a los indígenas. Por suerte alcanzaron a sujetarlo a tiempo y el telón se salvó de ser tajeado.

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