domingo, 28 de febrero de 2010

CRONICAS MALVINERAS. Vivir y revivir. Parte II.

Escrito por Graciela Medina y basado en la experiencia vivida por su hijo Cristian Luna, quien viajó a conocer el cementerio de Darwin el 3 de octubre de 2009

Había una carpa sanitaria, que afortunadamente no hubo que utilizar, otra para atención psicológica, y baterías de baños químicos.
La presencia de personal militar inglés, lejos de ser invasivo, fue discreto y sumamente respetuoso, había una guardia apostada a unos 50 metros del perímetro del cementerio y la prensa tanto nacional como internacional también estuvo fuera del área perimetral del cementerio, tal cual se acordó, para resguardar la intimidad de los familiares.
Cerca del mediodía, después que cada uno tubo su tiempo a solas y en reflexión, se los convocó para acercarse hacía el lugar donde estaba preparado el altar.
En principio, se realizó allí la inauguración formal después de cinco largos años desde su conclusión de este cenotafio. En ese momento, una mezcla de dolor y satisfacción por la misión cumplida invadía a todos y, luego de tanta lucha, por fin nuestros héroes podían tener su monumento.
Héctor Cisneros, Presidente de la Comisión Nacional de Familiares de Caídos, ideólogo y luchador acérrimo de esta causa, fue quien tuvo a su cargo las palabras para dejarlo inaugurado. Esto es lo que dijo el mediodía del 3 de Octubre de 2009, en el Cementerio de Darwin:

“Señoras madres y viudas,
Señores padres, hijas e hijos,
Hermanas y hermanos de los soldados argentinos caídos
En las acciones armadas de 1982.
Señores representantes del Reino Unido de Gran Bretaña,
Señoras y Señores habitantes de las islas:

El acto que estamos realizando hoy no tiene precedentes en la historia mundial.
Nunca antes en la historia de las naciones, dos comunidades que se enfrentaron por la vía de las armas, lograron realizar lo que estamos concretando en estos momentos.
Sabemos que el Reino Unido de Gran Bretaña y sus súbditos isleños se oponen firmemente a discutir sobre la soberanía de las islas. En forma simétrica, la República Argentina y su pueblo, sostenemos nuestros legítimos títulos sobre estas islas.
Sin embargo, esto no ha impedido que pudiéramos sentarnos a conversar, desde hace más de once años, impulsados por la necesidad espiritual de las personas que hemos perdido un ser querido, de rendirles homenaje en el mismo sitio en el que descansan o por el que brindaron sus vidas.
Esta necesidad humana fundamental que consiste en llorar sobre la tumba del que se ama y no está con nosotros, de rezar una plegaria y de conversar íntimamente con ese diálogo especial que comparten seres de dos mundos, de cerrar las heridas que la historia que heredamos produjo en cada familia, y esta comprensión que logró ubicar nuestro diálogo por encima de los conflictos pendientes de resolución, es lo que hace extraordinaria esta inauguración.
Para nosotros, esta obra es la construcción de un lugar santo, en el que nos sentimos interpretados y contenidos. Un lugar del que carecíamos para sentirnos presentes junto a nuestros queridos muertos.
Los cuerpos de nuestros seres amados que yacen aquí, y los que están representados con sus nombres, compartirán siempre este lugar con los habitantes de estas tierras tan queridas por nosotros.
Pudimos llegar a este momento, debido a que este respeto y esta honra a los soldados caídos en acción, forman parte también de las tradiciones y la cultura británica. Nos une ese respeto y esa honra por los que dan la vida por su patria.
Cuando elegimos los materiales para levantar este monumento en su memoria, pensamos en su perdurabilidad, en su dureza y en la belleza de su trama perdurable, como la paciencia que necesitan los pueblos y las personas para alcanzar sus objetivos. Dureza como virtud que precisan los pueblos y las personas que enfrentan la adversidad.
En la trama unida de este mármol, está representado nuestro amor, pues sólo permanece unido lo que se ama. Y en estas cruces de lapacho, junto a la cruz mayor y la imagen de la virgen de Luján, está simbolizada la fe de nuestra identidad americana.
En los epitafios de las tumbas cuyos cuerpos no han sido identificados, decidimos conservar escrito en castellano, la respetuosa honra que en inglés se les asignara al término de la batalla.
En las veinticuatro placas de este monumento, se han tallado uno por uno los nombres de los 649 caídos argentinos, sin mención de grado ni unidad militar, ordenados alfabéticamente, pues su sacrificio y su destino los igualan. Las ofrendas que traemos hoy vienen de todos los puntos del continente, entregadas por los pueblos al paso de la imagen de la virgen de Luján, nuestra patrona, que arribará a este cementerio, para integrarse a este monumento en custodia perpetua de las almas de nuestros muertos.
Los familiares de los caídos argentinos en las acciones armadas de 1982, queremos expresar nuestra gratitud a los gobiernos argentino y británico por haber posibilitado este homenaje. También a los habitantes de las islas, que comprendieron la necesidad humanitaria de nuestra presencia y pudieron hacer a un lado las heridas abiertas en el pasado. Al empresario argentino cuya sensibilidad y comprensión permitió que la financiación de esta obra fuera posible, Sr. Eduardo Eurnekián. Al conjunto de los argentinos, que nos acompañaron en estos veintisiete años en el homenaje permanente a nuestros caídos.
A todos ellos, muchas gracias.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dejá tu opinión aquí.