martes, 23 de marzo de 2010

34 años de memoria

La ciudad de Mercedes tiene la triste particularidad de haber visto nacer a uno de los personajes más detestables y detestados de la historia argentina. Nació el 2 de agosto de 1925 bajo el seno de una familia militar (padre) y conservadora (madre) y se llama Jorge Rafael Videla. No por casualidad su nombre está relacionado con la muerte: lleva los nombres de sus dos hermanos mellizos que nacieron y murieron prematuramente antes de que el ex presidente de facto diera a luz. Mamó desde chiquito el odio al peronismo que su padre (militar de alto rango a nivel local que fue Comisionado de la ciudad -cargo similar al de Intendente- entre el 22 de julio de 1943 y el 27 de septiembre de 1944) le inculcó hasta el punto de, cual Adolf Hitler, querer lograr el exterminio ideológico.
La locura puede lograr cosas inauditas, como la matanza y desaparición de personas. Pero también logra emitir excusas como "fui enviado por Dios para hacer eso", como se lo escuchó decir.
No por ser Mercedes la ciudad natal de Videla dejará de tener desaparecidos y asesinados. La mejor forma que puede haber para no olvidarlos, es la de nombrarlos y mantenerlos en forma permanente en la memoria. Tal vez ésta sea la primera vez que el mundo podrá conocerlos y es a través de este blog sobre la historia de Mercedes, Buenos Aires, Argentina.

DETENIDOS - DESAPARECIDOS
Abdala, José: Nació el 2 de octubre de 1951. Militaba en el peronismo. Se casó con Susana Falabella y el hijo de ambos se llama José Sabino. Viviendo en La Plata, el 16 de marzo de 1977, a las 12.30 mientras almorzaban en su casa, fueron secuestrados los tres. Su hijo José Sabino fue encontrado tras 17 años de búsqueda el 29 de diciembre de 1993.
Bojorge, Stella Maris: Nació el 4 de febrero de 1954. En el Colegio Normal de Mercedes se graduó de bachiller. Estudió Medicina en La Plata, cursando hasta tercer año. Fue secuestrada del domicilio de sus padres, calle 11 Nº580, en la madrugada del 2 de julio de 1977. Al mes de producido el secuestro, su padre es extorsionado por los captores y luego es secuestrado, siendo torturado, golpeado y agraviado.
Cardinal, Carlos Martín: Nació el 19 de abril de 1955. Concurrió al Colegio San Patricio de Mercedes. Intentó formar un conjunto de rock, junto a "Pancho" Heredia y Carlos Tillet. Luego conoce a Silvia Fasce, su gran amor. Tienen un hijo llamado Martín y se trasladan a Buenos Aires. Estudia Ciencias Económicas, trabaja en el Banco del Oeste y forma grupos de ayuda. El 21 de junio de 1976 sale de trabajar y nunca más se lo volvió a ver.
Heredia, Francisco Manuel: Nació el 16 de febrero de 1954. Concurrió al Colegio San Patricio de Mercedes. Su inclinación adolescente por la música lo convirtió en autodidacta. Al momento de elegir su futuro universitario optó por Psicología. Concurría a la UBA y además trabajó en el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Lo desaparecieron el martes 9 de noviembre de 1976.
Falabella de Abdala, Susana Victoria: Nació en la ciudad de San Antonio de Areco, el 10 de agosto de 1949, transcurriendo su vida en Mercedes. En 1974 contrae matrimonio con José Abdala y nace de esa unión José Sabino. Estudió en el Colegio Nacional de Mercedes y se recibió de instrumentista, ejerciendo su profesión en el Hospital Blas L. Dubarry de Mercedes y en el Gutiérrez de La Plata. El secuestro de los tres integrantes fue en La Plata, el 16 de marzo de 1977. Susana y José continuan desaparecidos. Sabino fue encontrado en San Justo, gracias a Abuelas de Plaza de Mayo.
Gatica, Carlos Martín: Nació el 16 de abril de 1972. Hijo de Silveriana Jaime de Gatica y Ramón Martín Gatica. Concurrió a las escuelas 15 y 7. Desapareció en la calle Moreno esquina Huarte de la ciudad de Campana, Buenos Aires, el 15 de octubre de 1976. Ese día, a las 21, un grupo de hombres de civil y uniformados entraron violentamente a su habitación, llevándoselo arrastrado de los pelos y semidesnudo.
Iriart, Amer Francisco: Nació el 4 de mayo de 1951. "Curro" vivió su infancia y juventud en calle 28 entre 25 y 27. Cursó sus estudios primarios en la Escuela 10 y los secundarios en el Colegio Nacional. Cursó Ingeniería en la UBA. Estudiaba teatro y Sociología. Fue uno de los fundadores de la Juventud Peronista en Mercedes. Se casó con María Mercedes Juárez y de ésta unión nació Paula. Fue secuestrado el 4 de junio de 1977 y permanece desaparecido.
Pankomim, Enrique: Nació en Roma el 16 de octubre de 1943 y a los 4 años viene a la Argentina. Hizo la primaria en la Escuela 12 de Mercedes, y la secundaria en la Escuela Comercio. Llega a La Plata para estudiar Economía y milita en la política universitaria. Se recibe de contador y sigue como docente. El 1º de octubre de 1976 es secuestrado y desaparecido junto a su esposa Cristina Fernández en La Plata.
entre el 22 de julio de 1943 y el 27 de septiembre de 1944.
Ojea, Esteban Santiago y Ojea, Ignacio: De una familia numerosa que nació y creció en Mercedes, aquí vivieron su infancia y con la muerte del padre de familia, se mudan a Buenos Aires. Fueron al Colegio San Patricio. Luego iniciaron sus estudios universitarios. Con pocos meses de diferencia fueron secuestrados y desaparecidos, primero Esteban y luego Ignacio, a los 19 y 21 años respectivamente.
Picardi, Félix Eduardo: Nació el 17 de abril de 1953. Hizo la primaria y la secundaria en el Colegio San Patricio. En 1971 comienza a estudiar Veterinaria en La Plata. Fue secuestrado el 18 de abril de 1977 a los 24 años. Entre sus virtudes más destacadas está el culto a la amistad y la ayuda a los necesitados.
Révora de Pedro, Lucila Adela: Nació el 17 de septiembre de 1953. Estudió en el Colegio Misericordia, siendo elegida mejor compañera. En 1972 empezó a estudiar Psicología en la UBA y a militar en la Juventud Universitaria Peronista, con la que trabajó en los barrios. Allí conoció a su pareja, Enrique de Pedro, con quien tienen un hijo al que llaman Eduardo. A él lo asesinan el 20 de abril de 1977 y ella desaparece de su casa el 11 de octubre de 1978 estando embarazada.
Riveiro de Goicochea, Adriana Teresita: Nació el 25 de febrero de 1955. Hizo la primaria en la Escuela 8 y egresó como bachiller en Normal. Se inscribió en la Facultad de Derecho. Participó de la Asociación Católica dirigida por el Padre Angelo y militó en la JP. El 26 de junio de 1975 se casó con Luis Eduardo Goicochea (asesinado el 27 de octubre de 1976) y luego tuvieron a Mariano. El 24 de septiembre de 1979 fuerzas conjuntas la secuestran y desaparecen.
Tillet, Carlos Miguel: Nació en Mercedes el 21 de enero de 1954. Hizo la primaria y la secundaria en el Colegio San Patricio. Luego ingresó a la Facultad de Derecho. Desde muy joven sentía gran afinidad por la música. Su gran sensibilidad lo hacía acercarse a los necesitados de las villas y ayudarlos en lo que podía. Desapareció el 3 de diciembre de 1976 en Capital Federal al rededor de las 19 horas.
Passadore, Jorge Roberto: Nació el 1 de agosto de 1946. Vivió y se crió en una quinta, a pocos metros de la ex Ruta 5, Km 102. Hizo la primaria en la Escuela 135 y la secundaria en el Colegio Nacional. Después se fue a vivír a La Plata y puso un taller de chapa y pintura en donde fue secuestrado el 27 de noviembre de 1976 en horas del mediodia junto a otras dos personas. Permanece detenido-desaparecido.

ASESINADOS
Agosti, Carlos: Nació el 12 de agosto de 1956. Cursó durante su infancia clases en el jardín de infantes de la calle 17 para luego cursar la primaria en el Colegio Parroquial. La secundaria la hizo en San Patricio. Llegado el tiempo de los estudios terciarios decidió ir a vivir a La Plata para estudiar Psicología. El 23 de diciembre de 1976, con tan solo 20 años, fue asesinado. Era sobrino de quien participó en la Junta Militar, Orlando Miguel Agosti.
Goicochea, Luis Eduardo: "Lucho" o "Tablita", nació el 13 de octubre de 1951. Hizo la primaria en la Escuela 1 y la secundaria en Nacional y San Patricio, recibiéndose en 1969. Estudió profesorado de Pedagogía y Filosofía en el Instituto del Profesorado y en la UBA. Trabajó en los Tribunales de Mercedes. Integró la Acción Católica y otros movimientos cristianos. Militó en la JP. Se casó con Adriana Riveiro (también desaparecida) el 26 de julio de 1975 y tuvo con ella a Mariano. Lo asesinaron el 27 de octubre de 1976 con un balazo en la nuca.
Padre Alfredo Leaden: Nació el 23 de mayo de 1919. Era descendiente de dos tradiciones de familias irlandesas. Luego de unos cuantos años de formación en Europa y su ordenación como diácono en Roma, se ordena sacerdote en San Miguel, en 1942. Mercedes, Rawson, Belgran, Castelar, fueron sus destinos como sacerdote. Fue asesinado en la parroquia San Patricio de Capital, con 9 heridas en tórax y cabeza el 4 de julio de 1976
Padre Luis Dufau: Sus padres murieron tempranamente y él y su hermana pasaron a vivir con la abuela paterna. Viviendo con ella, se acostumbró al trabajo y al silencio. Descubrió su gusto por los deportes, destacándose en fútbol y paleta. En 1973 recibió en San Patricio de Belgrano al padre Kelly y los seminaristas de Brasil para instalar allí el seminario. Fue asesinado en esa parroquia el 4 de julio de 1976.
Padre Alfredo Kelly: El 5 de mayo de 1933 nació en Suipacha, hijo de familias irlandesas. Los años transcurrieron en el Colegio Máximo de San Miguel, luego completaría sus estudios en Roma y se ordenaría sacerdote de Mercedes en 1957. Reside durante 24 años en la Iglesia San Patricio de esta ciudad. Fue asesinado en la Iglesia San Patricio del barrio de Belgrano, Buenos Aires, recibiendo 15 heridas en cabeza y torax el 4 de julio de 1976.

Fuente: Suplemento "La revista del siglo" del Semanario El Nuevo Cronista, de Mercedes. Diciembre de 1999.

Foto: La placa homenaje que se encuentra en la Plaza San Martín de la ciudad de Mercedes, Buenos Aires. Fue ubicada ahí al conmemorarse, en 1996, los 20 años del golpe de estado.

lunes, 15 de marzo de 2010

Sobre brujos y curanderas II. Cómo era la casa de una curandera y cómo curaba Doña Filomena Caricatto.

En Mercedes, al igual que en otras ciudades, los curanderos que curaban la ojeadora, el empacho, la culebrilla, el dolor de muelas y los agallones, eran calabreses y sicilianos, toda gente humilde que llegó a América con lo puesto o a lo sumo con algún atadito de ropa.
A casi ninguna mujer le faltaba una imagen religiosa, siempre santo devoto de la región de origen, al que se daba santuario en la propia habitación de las personas, ya que las comodidades del emigrante eran poco amplias. La madre, el padre, los chicos y el santo… que lo veía y percibía todo. Podía ser San Genaro, mártir, San Francisco de Paula, alguna virgen o el propio Jesús. Nunca faltaba en la casa de la curandera la inmaculada imagen de Pancho Sierra, casi como estandarte.
Cualquier imagen servía con tal de que fuera capaz de hacer milagros, que era en realidad lo importante. Ante esa imagen, a veces hasta de aspecto sombrío, rezaban todas las tardes mezclando los pedidos de buenaventura como las maldiciones más tremendas. Y allí, frente al Santo, la mamá curaba con palabras la ojeadora y otros males a los chicos del barrio.
Una de ellas fue Doña Filomena Caricatto, que solía curar los agallones rezándole a San Genaro en un dialecto casi endiablado. Era una especie de oración, luego, al finalizarla, la curandera lloraba copiosamente. El dolor se iba pasando y al rato el niño ya podía jugar de nuevo con sus amiguitos.
Otra forma de curar de esta señora era disolviendo los agallones con frotaciones y saliva mientras rezaba. Esta operación duraba unos diez minutos y el procedimiento evitaba dolores y molestias de mucha más duración, ya que los médicos aconsejaban gárgaras y otras curaciones durante cuatro o cinco días.
Las palabras que curan pueden consistir en oraciones recitadas al revés sin sufrir equivocaciones, insultos al Diablo, dichos en presencia del enfermo sin que éste las oiga o bien en presencia de un familiar, ya que la cura puede ejecutarse también a la distancia.
La tradición o leyenda indica que la transmisión de los dones para curar debe hacerse al filo de la medianoche, en viernes santo.

Sobre brujos y curanderas I. Doña Flora Barrientos, la primera curandera de Mercedes.

La Mercedes ancestral también tuvo ese deseo del ser humano de tener buena salud, de curarse y ver sano a su prójimo. Mucho antes que curar fuera una ciencia, los pueblos tuvieron sus médicos, brujos, curanderos, adivinos y encantadores que ejercían el arte de sanar. Probablemente el hombre tenga ese instinto animal de saber cómo curarse, como el perro, que ante cierto malestar interno lo primero que hace es purgarse por medio de yuyos.
Los indios, por ejemplo, usaban la grasa de potro para los dolores musculares, la de vaca para curar heridas y en algunos casos el buche de avestruz y la tela de araña para cerrarlas.
Cuenta Raúl Ortelli en su libro “Adivinas, fantasmas y curanderas” que la primera curandera de la que se tiene referencia fue Doña Flora Barrientos, quien vivió en un rancho de varias piezas en la calle 20 entre 19 y 21 por el año 1830. Su casa era una de las pocas, sino la única que se encontraba por esa zona, ya que el poblado se encontraba alrededor de la actual Plaza San Martín. La presencia en la puerta de su casa de carruajes lujosos decía que su clientela abarcaba todos los estratos sociales.
Largas colas hacía la gente para atenderse con ella. Venían de muchas ciudades, dada la fama que tenía: Navarro, Salto, Luján, Exaltación de la Cruz, Arrecifes, hasta de Buenos Aires mismo.
Doña Flora invocaba mucho a Dios y usaba muchos yuyos para curar y ahí residía parte de su gran fama: no había brujerías ni filtros misteriosos. Ella conocía la acción curativa de muchas plantas y las usaba con mucha sabiduría. Por ejemplo, las flores de acacia son buenas para el resfrío y la tos y que la achicoria puede emplearse para la congestión hepática y vesicular o que el ajo es recomendable para la hipertensión arterial. Cada yuyo era hervido y la curandera indicaba la dosis.
Barrientos, además de esas plantas, también usaba la amapola, las semillas de angélica para neutralizar la fiebre, el apio cimarrón para el reuma, el berro, el boldo, la carqueja, el cedrón, el ceibo, la cina-cina, la menta peperina, etc. Ella no había descubierto nada nuevo, porque estos elementos naturales se usaban desde épocas anteriores.
La virtud de Doña Flora radicó en saber administrar los yuyos para provocar efectos saludables. Fue la curandera más famosa del pasado mercedino y al morir, ya anciana, en 1873, media ciudad le rindió homenaje formando una larga caravana que acompañó sus restos al cementerio.